Lucas 9; 51 – 62
Cuando estaba por
cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, JESUS se encaminó decididamente
hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de ÉL. Ellos partieron y entraron en
un pueblo de samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque
se dirigía a Jerusalén. Cuando sus Discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron:
SEÑOR, ¿quieres mandemos caer fuego del cielo para consumirlos? Pero ÉL se dio vuelta
y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le
dijo a JESUS: ¡te seguiré a donde vayas! JESUS le respondió: “los zorros tienen
sus cuevas y las aves el cielo y sus nidos, per el Hijo del Hombre no tiene
donde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. Él respondió: SEÑOR, permíteme
que vaya primero a enterrar a mi padre. Pero JESUS le respondió: “Deja que los
muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de DIOS”. Otro le
dijo: Te seguiré SEÑOR, pero permíteme ante despedirme de los míos. JESUS le
respondió: “el que ha opuesto la mano en e arado y miras hacia atrás, no sirve
para el Reino de DIOS”.
Comentario
Recuerden
a Abraham, DIOS le pide un sacrificio, y le pide a su hijo, pero no es para
sacrificarlo, es para ver la obediencia. Una vez que vio lo que Abraham haría por
DIOS, le dio otra ofrenda, y eso es lo que nos pide DIOS, algo duro y difícil,
pero no es que nos lo pida hacerlo todo; ÉL nos va ayudar en el proceso.
Como
una continuación de lo que ha sucedido a su padre José cuando buscaba albergue
ante su inminente nacimiento, Jesús atraviesa ahora la misma experiencia en
Samaría: nadie lo quiere alojar. Pareciera que Jesús anda buscando un lugar
donde nacer, donde dormir y donde vivir. ¿Le daremos cabida en nuestra vida
para que viva en nosotros?