miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lucas 1; 26 – 38

El ángel de DIOS fue enviado a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret. A una virgen que estaba comprometida con un hombre de la familia de David, llamado José. El nombre de la Virgen era María. El ángel entro en su casa y la saludo diciendo: ¡Alégrate! Llena de gracia el SEÑOR esta contigo. Al oír estas palabras quedo desconcertada y se preguntaba: que podría significar este saludo. Pero el ángel le dijo: No temas María, porque DIOS te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre JESUS, ÉL será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El SEÑOR DIOS, le dará el trono de David, su padre y reinara sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.
El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de DIOS. También tu parienta Isabel ha concebido un hijo a pesar de su avanzada edad. María dijo entonces: Yo soy la servidora del SEÑOR, que se  haga en mi según tu palabra. Y el ángel se alejó.
Palabra del Señor.

Comentario

El Rey Mesías será desconcertante. No nacerá en la capital ni entre los altos dignatarios. Para encarnarse, Dios busca lugar en un pequeño pueblo, Nazaret, en Galilea, la provincia más alejada del centro. Allí María, como tierra fértil, recibe la palabra que le habla del Hijo del Altísimo, el Rey que se sentará en el trono de David, que será grande y reinará para siempre. De esta manera, el Mesías comenzará a ser el “Dios con nosotros”, en la fragilidad de la carne humana.


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