miércoles, 31 de enero de 2018

Evangelio     Mc 6, 1-6

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuan­do llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multi­tud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos gran­des milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre noso­tros?”. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
Palabra del Señor.

Comentario


Los milagros que hacía Jesús no dependían únicamente del poder de Dios, sino muchas veces de la docilidad de la gente para aceptar lo que Dios decidiera. Quizás este relato pueda sernos familiar también a nosotros, cuando nos preguntamos “¿por qué Dios no me ayuda?”, en lugar de abrir nuestro corazón para que su Palabra entre en toda nuestra vida.

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