Tim 4, 12-16
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Que nadie menosprecie tu juventud: por el contrario, trata de ser un modelo para los que creen, en la conversación, en la conducta, en el amor, en la fe, en la pureza de vida. Hasta que yo llegue, dedícate a la proclamación de las Escrituras, a la exhortación y a la enseñanza. No malogres el carisma que hay en ti y que te fue conferido mediante una intervención profética, por la imposición de las manos del presbiterio. Reflexiona sobre estas cosas y dedícate enteramente a ellas, para que todos vean tus progresos. Vigila tu conducta y tu doctrina, y persevera en esta actitud. Si obras así, te salvarás a ti mismo y salvarás a los que te escuchen.
Palabra de Dios.
Comentario
“No malogres el carisma que hay en ti”. Estas palabras le fueron dirigidas a Timoteo en virtud del ministerio que debía cumplir en la Iglesia. Pero son perfectamente aplicables a cada uno de nosotros. Cada cual tiene un don, y eso es una gracia para la comunidad. Reconocerlo y ejercerlo con diligencia es la mejor forma de agradecer a Dios el carisma que nos ha dado.
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