Lucas 1; 39 –
26
En esos días
María se encamino a un pueblo de las montañas de Judea, a la casa de su prima Isabel,
porque estaba embarazada y era de avanzada edad. Al llegar María, el niño en el
vientre de Isabel saltó de alegría y esta le dijo: ¡Bendita tú entre la mujeres
y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para quien soy yo para que la
madre de mi SEÑOR venga a verme? Dichosa tú que as creído que se cumpliría todo
lo que te fue anunciado por parte del SEÑOR.
Entonces María
dijo: Mi alma glorifica al SEÑOR y mi espíritu se llena de júbilo en DIOS, mi
salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me
llamaran dichosa todas las generaciones porque ha hecho en mí grandes cosas el
que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en
generación a quienes lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo, disperso a
los de corazón altanero, destrono a los poderosos y exalto a los humildes y a
los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia vino a Israel
en su ayuda, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham, y a su
descendencia para siempre. María permaneció con Isabel unos tres meses mas y
luego retorno a su casa.
PALABRA DEL SEÑOR.- GLORIA A TÍ, SEÑOR, JESÚS.