martes, 8 de julio de 2014

Mateo 9; 32 – 38

Apenas se fueron los ciegos, le trajeron a uno que tenia un demonio y no podía hablar, JESUS echó al demonio y el mudo empezó a hablar. La gente quedó maravillada y todos decían: Jamás se ha visto cosa igual en Israel. En cambio, los Fariseos comentaban: Este ha echado demonios con la ayuda del príncipe de los demonios.
JESUS recorría todas las ciudades y pueblos, enseñaba en sinagogas, proclamaba la buena nueva del Reino y curaba todas dolencias y enfermedades.
 Al contemplar aquel gran gentío, JESUS sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados, como ovejas sin pastor. Y dijo a sus Discípulos: “La cosecha es abundante, pero los  trabajadores son pocos.  Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha”

Comentario

Los judíos se reunían todos los sábados en las sinagogas –como lo siguen haciendo hoy en día– para escuchar la lectura de la Palabra, comentarla y debatirla. Jesús participaba de esas celebraciones y enseñaba allí. Era una ocasión privilegiada ante la asamblea reunida para proclamar la novedad del Reino de Dios. Sobre la base del Antiguo Testamento, Jesús dio nuevas claves de interpretación para que toda lectura de la Sagrada Escritura fuera un encuentro con el Dios vivo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario