jueves, 22 de diciembre de 2016

Evangelio     Lc 1, 46-55

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María dijo: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
Palabra del Señor.

Comentario


La teóloga Elizabeth Johnson dice que el Magníficat nos hace descubrir a María como “compañera en esperanza”. Compañera porque conoce los sufrimientos de los pueblos, de los pequeños y de los que tienen hambre. Y porque su canto nos hace dirigirnos con esperanza al Dios vivo, haciendo memoria, como ella, de su obra de amor y cuidado.

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