Lucas 2; 36 –
42
Había una
profetiza, llamada Ana, era una mujer muy anciana. De joven había vivido siete
años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del Templo
ni de día ni de noche, sirviendo a DIOS con ayunos y oraciones. Cuando entraron
al Templo José y María con el niño, Ana se acerco, dando gracias a DIOS y
hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
Una vez que
cumplieron con todo lo que mandaba la ley del SEÑOR, se volvieron a Galilea, a
su casa de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de
sabiduría y la gracia de DIOS estaba con ÉL.
Palabra de
DIOS gloria a ti SEÑOR JESÚS.
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