Salmo 32
Dichoso el que es absuelto de pecado y cuya
culpa le ha sido borrada.
Dichoso el hombre aquel a quien DIOS no le
nota culpa alguna y en cuyo espíritu no se halla engaño.
Hasta que no lo confesaba, se consumían mis
huesos, gimiendo todo el dia.
Tu mano día y noche pesaba sobre mi, mi
corazón se transformo en rastrojo en pleno calor del verano.
Te confesé mi pecado, no te escondí mi
culpa. Yo dije: Ante el SEÑOR confesaré mi falta y Tu, tu perdonaste mi pecado,
condonaste mi deuda.
Por eso el varón santo te duplica en la
hora de la angustia.
Aunque las grande aguas se desbordasen, no
lo podrían alcanzar.
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