miércoles, 5 de marzo de 2014

Hacer el bien solo por DIOS Mateo 6, 1 – 6; 16 – 18

“Guárdense de las buenas acciones echas a la vista de todos, a fin de que todos las aprecien. Pues en este caso, no les quedará premio alguno de que esperar de su  Padre que esta en el Celo. Cuando ayudes a un necesitado, no lo publiques al son de las trompetas; no imites a los que dan espectáculos en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo se los digo: Ellos han recibido ya su premio
Tu, cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha, tu limosna quedará en secreto. Y tu PADRE, que ve en lo secreto, te premiará.
Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculos; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se los digo: Ellos han recibido ya su premio. Pero tu, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu PADRE,  que esta allí, a solas contigo. Y tu padre, que ve en lo secreto, te premiará.
Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara tristes como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos. Yo se los digo: Ellos han recibido ya su premio. Cuanto tu hagas ayuno, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu PADRE que ve las cosas secretas, y tu PADRE que ve en lo secreto, te premiará”

Comentario

¿Qué sentido tiene orar, ayunar y dar limosna? Si todo es mera formalidad externa o cumplimiento sumiso de la ley impuesta, nada cambiará en nuestro corazón. Y este tiempo de Cuaresma viene lleno de gracia para el cambio, para la transformación que hará más resplandeciente nuestra condición de hijos e hijas de Dios. Confiémosle al Padre todo aquello que necesitemos cambiar en nuestro corazón. Para ello nos podemos valer del ayuno, la oración y la limosna, que son formas de dejar atrás el pecado.


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