martes, 7 de abril de 2015

Juan 20; 11 – 18

María se había quedado llorando afuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar adentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de JESUS, uno a la cabecera el otro a los pies. Le dijeron: Mujer, ¿Por qué lloras? Les respondió: Porque se han llevado a mi SEÑOR y no sé dónde lo han puesto.
Dicho esto, se dio vuelta y vio a JESUS allí, de pie, pero no sabia que era JESUS. JESUS le dijo: “¿Porque lloras? ¿a quién buscas?”, ella creyó que era el cuidador del huerto y le contesto: Señor, tu lo has llevado, dime donde lo has puesto, y yo me lo llevare.
JESUS le dijo: “María” Ella se dio la vuela y le dijo: Rabboni, que quiere decir Maestro. JESUS le dijo: “Suéltame, pues aún no he subido al PADRE. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a Mi PADRE, que es PADRE de ustedes, a MI DIOS, que es DIOS de ustedes.”
María Magdalena se fue y dijo a los Discípulos: He visto al SEÑOR y me ha dicho esas palabras.
Palabra del Señor.

Comentario

El llanto se convierte en encuentro, los silencios del sepulcro, en diálogo e intimidad. Esta escena nos regala un aroma de triunfo de la vida sobre la muerte. Desde este momento, la angustia no será nunca más un camino a la muerte, sino que se transformará en una esperanza viva.


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