Marcos 12; 41 – 44
JESUS se había sentado frente a las alcancías del
Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero para el tesoro; pasaban ricos y
daban mucho, pero también se acerco una viuda pobre y echo dos monedas de muy
poco valor.
JESUS entonces llamó a sus Discípulos y les dio: “YO
les aseguro que esta viuda pobre ha dado mas que todos los otros.
Pues todos han echado lo que les sobraba, mientras
ella ha echado desde su pobreza; no tenía mas, y dio todos sus recursos.”
Palabra
del Señor.
Comentario
¡Qué
agudeza y qué sabiduría en la mirada de Jesús! Allí están los escribas, los que
hacen todo “para ser vistos”. Y también está esta viuda insignificante y
silenciosa, a la que nadie presta atención. Jesús estaba ahí, sentado, mirando,
y llamó la atención a los discípulos, que estaban muy distraídos y deslumbrados
con todo lo que había en el templo. En nuestros templos y en nuestras
asambleas, ¿es posible tener esta serenidad y una mirada atenta como la de
Jesús para descubrir que, también en las personas que son aparentemente más
insignificantes, está presente el Reino de Dios?
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