Antífona de entrada cf. Sal 37, 22-23
Señor, no me abandones; Dios mío, no te quedes lejos de mí. Apresúrate a venir en mi ayuda, mi Señor, mi Salvador.
Mateo 20; 17 – 28
Mientras iban subiendo a Jerusalén, JESUS tomó
aparte a los doce y les dijo por el camino: “Ya estamos subiendo a Jerusalén;
el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los Sacerdotes y a los
maestros de la ley, que lo condenarán a muerte. Ellos lo entregaran a los
extranjeros, que se burlarán de El, lo azotarán y lo crucificarán. Pero
resucitara al tercer día.”
Entonces la madre de Santiago y Juan se acerco con
sus hijos y se arrodillo frente a JESUS para pedirle un favor. JESUS le dijo: “¿Qué
quieres?” Y ella respondió: Aquí tienes a
mis dos hijos asegúrame que, que
cuando estés en tu reino, se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
JESUS le dijo a los hermanos: “No saben lo que
piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que YO tengo que beber?” Ellos
respondieron: Podemos. JESUS replico: “Ustedes si beberán mi copa, pero no me
corresponde a Mi concederles que se sienten a mi derecha o a mi izquierda. Eso
será para quienes el PADRE lo haya dispuesto. ”
Los otros diez se enojaron con los hermanos al oír esto. JESUS los llamó y
les dijo: “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones actúan como dictadores
y los que ocupan cargos abusan de su autoridad. Pero no será así entre ustedes.
Al contrario, el que de ustedes quiera ser grande, que se haga servidor de
ustedes, y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se
haga esclavos de todos.
Hagan como el Hijo del Hombre que no vino a ser
servido, sino a servir y dar su vida como rescate de muchos.”
Palabra del SEÑOR
Comentario
Jesús
conoce la historia de su pueblo. Sabe que los jefes religiosos han rechazado a
los profetas enviados por Dios. Por eso, Jesús conoce el peligro al que se
expone al dirigirse a Jerusalén, la capital. Allí, otra vez se desarrollará
esta constante en la historia: Dios que quiere estar cerca y traer salvación es
rechazado por las autoridades religiosas que se han endurecido. Quienes
deberían facilitar el encuentro entre Dios y su pueblo son quienes se oponen a
esta obra de salvación.
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