Santiago
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Reconozcan sus pecados unos ante otros y
recen unos por otros para que sean
sanados. La suplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea
perseverante: Elías era hombre y mortal como nosotros, pero cuando rogo
insistentemente para que no lloviese en el país, no llovió durante tres años y
medio; después oro de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo frutos.
Hermanos, si alguno de ustedes se extravía
lejos de la verdad y otro lo hace volver, sepan que el que aparta a un pecador de
su mal camino salva un alma de la muerte y hace olvidar muchos pecados.