domingo, 3 de enero de 2016

Juan 1; 1 – 5 / 9 – 14

En el principio era el verbo (La Palabra), y el verbo estaba ante DIOS, y el Verbo era DIOS. El estaba ante DIOS en el principio, por El se hizo todo, y nada llegó a ser sin él, y para los hombres la vida era luz, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la impidieron.
El era la luz verdadera, la luz que ilumina a todo hombre, y llegaba al mundo. Ya estaba en el mundo, este mundo que se hizo por El, este mundo que no lo recibió.
Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que los recibieron les dio capacidad de ser hijos de DIOS. Al creer en su nombre han nacido, no de sangre alguna, ni por la ley de la carne, ni por la voluntad de hombre, sino que han nacido de DIOS.
Y el verbo se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su gloria,  la Gloria que recibe del PADRE el Hijo único, en El todo era don amoroso y verdad.
Palabra del Señor.

Comentario


El evangelista recurre a la imagen de la tienda para decirnos que el Verbo “habitó entre nosotros” (literalmente: “puso su tienda”). Esta imagen nos remite a la historia de Dios con su pueblo. Jesús es “Dios con nosotros” y está aquí como caminante, compartiendo las alegrías y las fatigas del camino. No caminamos solos. En nuestro peregrinar hacia la casa del Padre, Jesús viene con nosotros.

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