Antífona de entrada cf. Sal 65, 1-2
Aclame al Señor toda la tierra. Canten la gloria de su Nombre. Aleluya.
Juan
21; 1 – 14
Después de esto, nuevamente se manifestó JESUS a sus
Discípulos a orilla del lago Tiberíades. Y se manifestó como sigue: Estaban
reunidos Simón Pedro, Tomás el mellizo, Natanael, de Caná de Galilea, los hijos
de Zebedeo y otros dos Discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar,
Contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues, y subieron a la
barca, pero aquella noche no pescaron nada.
Al amanecer, JESUS estaba parado en la orilla pero
los Discípulos no sabían que era El. JESUS les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo
de comer?” Le contestaron: Nada. Entonces JESUS les dijo: “Echen la red a la
derecha y encontrarán pesca” Echaron la red, y no tenían fuerza para recoger la
gran cantidad de peces.
El Discípulo al que JESUS amaba dijo a Simón Pedro:
Es el SEÑOR. Apenas Pedro oyó decir que era el SEÑOR, se puso la ropa, pues
estaba sin nada, y se hecho al agua. Los otros Discípulos llegaron con la barca (de hecho no estaban lejos, a unos
cien metros de la orilla) arrastraban la red llena de peces.
Al bajar a tierra encontraron el fuego encendido,
pescado sobre las brasas y pan, JESUS les dijo: “Traigan alguno de los pescados
que acaban de sacar” Simón Pedro subió a la Barca y saco la red llena con
ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y a pesar de que hubieran tantos, no
se rompió la red.
Entonces JESUS les dijo: “Vengan a desayunar”
Ninguno de los Discípulos se atrevió a preguntarle quien era, pues sabían que
era el SEÑOR. JESUS se acercó tomó el pan y se los repartió. Lo mismo hizo con
los pescados.
Esta es la tercera vez que JESUS se manifestó a sus
Discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Cuando terminaron de comer, JESUS dijo a Simón Pedro
por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?” Pedro se puso tristes al
ver que JESUS le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contesto: SEÑOR,
tú sabes todo, tú sabes que te quiero. Entonces JESUS le dijo: Apacienta mis
ovejas.
Palabra
del Señor.
Comentario
Ezequiel
había profetizado que, en los tiempos mesiánicos, los pescadores recogerían
redes llenas de peces que no se romperían (cf. Ez 47). En esta gran pesca,
Jesús trae esta abundancia de vida a su comunidad, tal como había dicho: “Vine
para que tengan vida en abundancia”. Y la red intacta, sin fisuras, puede
convertirse en la figura de la unidad de la Iglesia, donde estemos todos los
discípulos y no se pierda ni uno solo.