Antífona de entrada Apoc 5, 9-10
Nos has redimido, Señor, por medio de tu sangre, de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones, y has hecho de nosotros un reino sacerdotal para nuestro Dios. Aleluya.
Juan
6; 1 -15
Después JESUS pasó a la otra orilla del lago de
Galilea, cerca de Tiberiades. Le seguía un enorme gentío a causa de las señales
milagrosas que le veían hacer con los enfermos. JESUS subió al monte y se sentó
allí con sus Discípulos. Se acercaba la pascua, la fiesta de los Judíos.
JESUS pues, levantó los ojos y, al ver el numeroso
gentío que acudía a El, dijo a Felipe: “¿Dónde iremos a comprar pan para que
coma toda esa gente?” Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues EL sabía
bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: doscientas monedas de plata no
alcanza para dar a cada uno un pedazo. Otro Discípulo, Andrés, hermano de Simón
Pedro, dijo: aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
pescados: Pero, ¿Qué es esto para tanta gente? JESUS les dijo: “hagan que se
siente la gente”
Había mucho pasto en el lugar, y se sentaron los
hombres en número de cinco mil. Entonces JESUS tomó los panes, dio gracias y
los repartió entre los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y
todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, JESUS dijo a
sus Discípulos: “Recojan los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada”
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos que no se habían
comido, eran las sobras de los cinco panes de cebada.
Al ver la señal que JESUS había hecho, los hombres
decían: Este es sin duda el profeta que habría de venir al mundo. JESUS se dio cuenta
que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y nuevamente huyó al
monte El solo.
Palabra
del Señor.
Comentario
“Jesús tomó los panes, dio
gracias y los distribuyó a los que estaban sentados”. Este evangelio nos presenta el
reparto de los panes como si Jesús hubiera dado personalmente un trozo de pan a
cada uno de los que estaban allí. Así, el momento de recibir el pan fue la
ocasión para que se diera un contacto personal y cercano, en el que cada uno de
los presentes tuvo la ocasión de estar cara a cara con el Señor. Cada uno de
los relatos de la multiplicación de los panes nos hace descubrir la riqueza de
este gran misterio: la eucaristía es, a la vez, la fiesta comunitaria y la
ocasión del encuentro personal con Jesucristo.
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