domingo, 12 de octubre de 2014

El banquete de bodas (Mateo 22; 1 – 10)

JESUS siguió hablándoles por medio de parábolas. “Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un rey preparaba la boda de su hijo, por lo que mando a sus servidores a llamar a los invitados a la fiesta. Pero estos no quisieron venir.
De nuevo envió a otros servidores con orden de decir a los invitados: He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo esta a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda. Pero ellos no hicieron caso, sino que se fueron, unos a sus campos y otros a sus negocios. Los demás tomaron a los servidores del rey, los maltrataron y los mataron.
El rey se enojo y envió a sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y quemaron su cuidad. Después dijo a sus servidores: El banquete sigue esperando, pero los que habían sido invitados no eran dignos. Vayan, pues, a las esquinas de las calles e inviten a la fiesta a todos los que encuentren.
Los servidores salieron inmediatamente a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos buenos de modo que la sala se llenó de invitados.”
Palabra del Señor.

Comentario

“Queridos hermanos, esta es la lección preciosa del festín de Dios con los hombres. ¿Quiénes son los llamados?, nos termina diciendo el Evangelio. ¡Muchos son los llamados! Todos, todos los pueblos. Para Dios no hay categorías ni para la Iglesia hay distinciones. Por eso choca la Iglesia, porque es el mundo el que quiere mantener distinciones. Y la Iglesia sabe que no hay más que una categoría: los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son llamados al festín de Dios muchos que no pueden entrar todavía” (Mons. Oscar Romero, homilía del 28º Domingo del Tiempo Ordinario, 15/10/1978).


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