Sirácides 6
Escucha, hijo, acepta mi sentencia y no rechaces mi consejo.
Introduce tus pues en su grillo y tu cuello en su yugo. Encorva tu espalda y cárgala, no te reveles contra sus amarras. Acércate a
ella con toda tu alma y guarda sus caminos con todas tus fuerzas. Sigue sus
huellas, búscala y se te hará presente, y cundo la tengas, no la dejes ir.
Porque al fin encontrarás en ella tu descanso y se volverá
alegría para ti. Sus grillos entonces te protegerán y su yugo pasará a ser un
adorno precioso. Pues ella viste adornos de oro y sus amarras son cintas
preciosas. Te vestirá con ella como si fuera un vestido de gloria, y te la ceñirás
como una corona de jubilo.
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