Sal 65, 16
Vengan y escuchen los que temen al Señor, yo les contaré lo que el Señor hizo por mí.
Lucas
1; 39 – 56
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la
montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta
oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena
del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor
venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi
espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque miró con bondad la
pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. Su nombre es santo, y su
misericordia se extiende de generación en generación sobre los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó
del trono a los poderosos, y elevó a los humildes, colmó de bienes a los
hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su
servidor, acordándose de su misericordia –como lo había prometido a nuestros
padres– en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”. María permaneció
con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Comentario
Dios visita a su pueblo, lo cual es anticipado con
la llegada de María a la casa de Isabel. Ella va llevando al Salvador, por eso
todo es gozo y renovación en la casa que visita. Así sigue obrando Dios, por
medio de María, cuando llega a una casa para acercar la salvación.