Antífona de entrada cf. Sal 47, 10-11
En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.
Mateo
9; 18 – 26
Mientras JESUS hablaba, llego un jefe de los Judíos,
se postró delante de El y le dijo: Mi hija se acaba de morir, pero ven, pon tu
mano sobre ella, y vivirá. JESUS se levantó y lo siguió junto con sus
Discípulos.
Mientras iba caminando, una mujer que desde hacía
ocho años padecía de hemorragias, se acercó por detrás y le toco el fleco de su
manto. Pues ella pensaba: Con solo tocar su manto, me salvare. JESUS se dio
vuelta y, al verla, le dijo: “Ánimo, hija; tu fe te ha salvado” Y desde aquel
momento la mujer quedo sana.
Al llegar JESUS a la casa del jefe, vio a los
flautistas y el alboroto de la gente. Entonces les dijo: “Váyanse, la niña no
ha muerto, sino que esta dormida.” Ellos se burlaban de El. Después que echaron
a toda la gente, JESUS entro, tomo a la niña por la mano, y la niña se levanto.
El hecho se divulgó por toda la región.
Palabra
del Señor.
Comentario
¿Se puede creer y esperar un
cambio de situación cuando la muerte invade la vida? Este hombre no se rindió y
provocó ese cambio, enseñando así a no sucumbir ante el mal ni dejarse vencer
por la desesperanza.
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