Proverbios5 Cuídate de la mujer liviana
Hijo mío, mantente atento a mi sabiduría e inclina tus oídos
a mi prudencia.
Recuerda mis consejos y no se aparten de tus labios mis
instrucciones.
Los labios de la mujer adúltera son como un panal que
destila miel; su paladar, mas suave que el aceite.
Pero al fin es amarga como ajenjo, mordaz como espada de dos
filos.
Sus pies se dirigen hacia el abismo y sus pasos van a parar
entre los muertos.
No hace caso de la senda de vida y se va extraviando sin
saberlo.
Ahora, pues, hijos míos, escúchenme y no se aparten de los
dichos de mi boca.
Aléjate de ella, jamás te acerques a las puertas de su casa.
No sea que entregues tu honor a gente extraña y tus buenos
años a un hombre cruel.
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