Eclesiastés 10
Pobre de ti, nación, que tienes a un muchacho por rey y
cuyos príncipes se levantan corriendo.
Feliz el país cuyo rey nació noble y cuyos jefes comen a su
hora, como hombres y no para embriagarse.
Por falta de cuidado se cae la techumbre, cuando la gente es
floja se gotea la casa.
Preparan banquetes para divertirse, el vino alegra la vida,
y todo se puede con el dinero.
No maldigas al rey ni siquiera de pensamiento, ni hables mal
del rico aun dentro de su dormitorio, porque habrá pajaritos que le lleven el
cuento y la indiscreción tomará alas.
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