miércoles, 1 de junio de 2016

 Sal 118, 85.46

Los malvados dijeron cosas vanas de mí, ignorando tu ley; pero yo daba testimonio de ti delante de los reyes, y no me avergonzaba.

Marcos 12: 18 – 21

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Se acercaron a Jesús unos saduceos, que son los que niegan la resurrección, y le propusieron este caso: “Maestro, Moisés nos ha ordenado lo siguiente: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda y también murió sin tener hijos; lo mismo ocurrió con el tercero; y así ninguno de los siete dejó descendencia. Después de todos ellos, murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les dijo: “¿No será que ustedes están equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios? Cuando resuciten los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo. Y con respecto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído en el Libro de Moisés, en el pasaje de la zarza, lo que Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes. Ustedes están en un grave error”
Palabra del Señor.

Comentario

Nuestro Dios es el Viviente. Abraham, Isaac y Jacob están vivos ante él. La historia humana no termina en un abismo, sino en la plenitud de comunión con Dios. Eso será la resurrección: vida eterna en el amor, junto a los que nos precedieron.

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