martes, 7 de junio de 2016

Sal 26, 1-2

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? Cuando avanzan contra mí los enemigos, son ellos los que tropiezan y caen.

Mateo 5; 13 – 16

Dijo JESUS a sus Discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá salar de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por toda la gente.
Ustedes son como la luz del mundo, ¿Cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte? Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen mas bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al PADRE de ustedes que esta en el Cielo.”
Palabra del Señor.

Comentario

La sal y la luz provocan efectos con su sola presencia. Sabor y claridad, eso necesita la vida para ser reflejo del amor del Padre. Y nos toca a los cristianos embellecer así la existencia.

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