Sal 27, 8-9
El Señor es la fuerza de su pueblo, el baluarte de salvación para su Ungido. Señor, salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; apaciéntalo, y sé su guía para siempre.
Mateo
7; 21 – 29
“No bastará con decirme: ¡SEÑOR! ¡SEÑOR!, para
entrar en el Reino de los Cielos; mas bien entrará el que hace la voluntad de
mi PADRE del Cielo. Aquel día muchos me dirán: ¡SEÑOR! ¡SEÑOR!, hemos hablado
en tu nombre, y en tú nombre hemos expulsado demonios y hemos hecho muchos
milagros. Entonces YO les diré claramente: Nunca les conocí. Aléjense de mi
ustedes que hacen el mal.
Si uno escucha estas palabras mías y las pone en
practica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edifico su
casa sobre la roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los
vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbo, porque
tenia los cimientos sobre la roca. Pero dirán del que oye las palabras mías, y
no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyo su casa sobre
arena. Cayo la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se
arrojaron sobre esa casa; la casa se derrumbo y todo fue un gran desastre.”
Cuando JESUS termino este discurso, la gente estaba
admirada de cómo enseñaba, porque lo hacía con autoridad y no como los maestros
de la ley.
Palabra
del Señor.
Comentario
Nuestros
proyectos no suelen apoyarse en el vacío. Calculamos, vemos los medios y los
modos de llevarlos a cabo, prevemos las dificultades para buscar posibles
soluciones, etc. Así ha de ser la vida cristiana. Debemos “armar” la vida sobre
la solidez de las palabras de Jesús.
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