Sirácides 23
¡Oh SEÑOR padre y dueño de mi vida, no me
abandones al capricho de mis labios, no permitas que por ellos caiga!
¿Quién aplicara el castigo a mis pensamientos
y la disciplina de la sabiduría a mi
corazón? ¡Ojalá que no perdonen mes errores, ni pasen por altos mis pecados!
No sea que mis errores aumenten y que
abunden mis pecados, que caiga en manos de mis enemigos, y estos se burlen de
mi.
SEÑOR, Padre y DIOS de mi vida, no dejes
que mi mirada sea altanera, y aparta de mi la codicia.