sábado, 31 de marzo de 2018

 Rom 6, 3-11

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva. Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección. Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado. Porque el que está muerto, no debe nada al pecado. Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él. Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios. Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

Comentario

Hoy todo comienza de nuevo. Hoy es nuestra nueva oportunidad. Hoy volvemos a tomar conciencia de nuestro bautismo y de nuestra condición de resucitados. Hoy podemos salir de esta fiesta con el vestido resplandeciente de la vida que triunfa sobre la muerte.

jueves, 29 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 13, 1-15

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.
Palabra del Señor.

Comentario


El lavado de pies es un signo de pertenencia y de misión. Pedro y los discípulos reciben el gesto de Jesús, porque, como dijo el mismo Jesús, “si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”.

martes, 27 de marzo de 2018

Is 49, 1-6

Lectura del libro de Isaías.
¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Él hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba. Él me dijo: “Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré”. Pero yo dije: “En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza”. Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el vientre materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: “Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra”.
Palabra de Dios.

Comentario


Somos también siervos del Señor, y hemos sido llamados por él por nuestro nombre. En estos días de oración, busquemos un lugar y un momento solitario, y en silencio pronunciemos nuestro nombre como si lo estuviera pronunciando el mismo Dios. Luego respondamos a su llamado con confianza.

lunes, 26 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 12, 1-11

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
Palabra del Señor.

Comentario


¿Con qué podemos ungir los pies de Jesús? ¿Qué hay en nosotros que pueda entregarse a Jesús y que inunde de buen aroma toda la comunidad, la casa de Dios? Este es un tiempo de reflexión y meditación para darnos cuenta de que no podemos quedarnos sin hacer nada.

domingo, 25 de marzo de 2018

Jn 12, 12-16

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
La gran multitud que había ido para la fiesta de la Pascua, se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén. Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel!”. Al encontrar un asno, Jesús montó sobre él, conforme a lo que está escrito: “No temas, hija de Sión; ya viene tu rey, montado sobre la cría de un asna”. Al comienzo, sus discípulos no comprendieron esto. Pero cuando Jesús fue glorificado, recordaron que todo lo que le había sucedido era lo que estaba escrito acerca de él.
Palabra del Señor.

Después del Evangelio, si se cree oportuno, puede hacerse una breve homilía. Luego el sacerdote, el diácono o un ministro laico invita a comenzar la procesión con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos: Imitemos a la muchedumbre que aclamó a Jesús, y caminemos cantando y glorificando a Dios, unidos por el vínculo de la paz.

Y comienza la procesión hacia la iglesia en la que se celebrará la misa.

sábado, 24 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 11, 45-57

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un consejo y dijeron: “¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación”. Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: “Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?”. No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús. Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí permaneció con sus discípulos. Como se acercaba la Pascua de los judíos, mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros en el Templo: “¿Qué les parece, vendrá a la fiesta o no?”. Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para detenerlo.
Palabra del Señor.

Comentario


El conflicto de Jesús con sus adversarios ya se torna dramático y adelanta un desenlace fatal. A tal punto que, a pesar de no haber juicio, debate ni testigos, sus adversarios deciden matarlo.

viernes, 23 de marzo de 2018

Jn 3, 16

Dios amó tanto al mundo, que entregó a Hijo único; para que todo el que crea en él, tenga vida eterna.

Evangelio     Jn 19, 25-27

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.

Comentario

“A medida que sobre estas tierras se realizaba el mandato de Cristo, a medida que con la gracia del bautismo se multiplicaban por doquier los hijos de la adopción divina, aparece también la Madre. En efecto, a ti, María, el Hijo de Dios y a la vez Hijo tuyo, desde lo alto de la cruz indicó a un hombre y dijo: ‘He ahí a tu hijo’. Y en aquel hombre te ha confiado a cada hombre, te ha confiado a todos. Y tú abrazas a todos, te acercas a todos, buscas maternalmente a todos. Perseveras de manera admirable en el misterio de Cristo, tu Hijo Unigénito, porque estás siempre dondequiera están los hombres sus hermanos, dondequiera está la Iglesia” (Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe, 27/01/1979).

jueves, 22 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 8, 51-59

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: “Les aseguro que el que es fiel a mi palabra no morirá jamás”. Los judíos le dijeron: “Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: ‘El que es fiel a mi palabra no morirá jamás’. ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”. Jesús respondió: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman ‘nuestro Dios’, y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: ‘No lo conozco’, sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría”. Los judíos le dijeron: “Todavía no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”. Jesús respondió: “Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, yo soy”. Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del templo.
Palabra del Señor.

Comentario


La discusión con estos hombres lleva a que Jesús no se calle nada. Él no busca estrategias discursivas que confundan o desvíen el argumento. Y por eso mismo, la discrepancia puede llevar a una revelación: Jesús existe antes de Abrahám y, por lo tanto, antes de todas las cosas.

miércoles, 21 de marzo de 2018


Juan 8; 31 – 42

JESUS dijo a los Judíos que creyeron en ÉL: “Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres.
Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado, el esclavo no permanece para siempre en la casa, el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el hijo los libera, ustedes serán realmente libres. YO sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes, YO digo lo que he visto junto al PADRE, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre.
Si ustedes fueran hijos de Abraham, obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mi, al hombre que les dice la verdad que ha oído de DIOS. Abraham no hizo eso.  Pero ustedes obran como su padre.
Si DIOS fuera su padre, ustedes me amarían, porque YO he salido de DIOS y vengo de ÉL. No he vendido por mi  mismo, sino que ÉL me envió.”
Palabra del Señor.

Comentario

De la discusión entre Jesús y estos hombres se deduce que el tema central es “la paternidad”. No es sobre la descendencia o la pertenencia a un pueblo –ya que Jesús reconoce que estos hombres son “del linaje” o “descendencia” de Abraham–, sino sobre el padre que ellos han elegido y que los lleva a querer matar a Jesús. Por otro lado, Jesús se presenta como el Hijo de Dios; su Padre lo envió y estos no lo reconocen. Una discusión dramática que tendrá también un desenlace dramático.

martes, 20 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 8, 21-30

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los fariseos: “Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”. Los judíos se preguntaban: “¿Pensará matarse para decir: ‘Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’?”. Jesús continuó: “Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados”. Los judíos le preguntaron: “¿Quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: “Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.

Comentario


En varios momentos de este discurso, Jesús dice que es enviado. No hace nada por su propia cuenta, sino que responde totalmente a la voluntad del Padre. Su obediencia nos ayuda a contemplar, también, nuestra propia misión como respuesta fiel a la voluntad de Dios.

lunes, 19 de marzo de 2018

Evangelio     Mt 1, 16. 18-21. 24

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Jesucristo fue engendrado así: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado.
Palabra del Señor.

Comentario


“José aceptará a Jesús como un hijo propio y le pondrá el nombre de Jesús, que le fue dado por Dios, y que significa ‘Dios salva’. Este nombre designa la misión con la que Jesús viene a este mundo” (L. Rivas, El Evangelio de Mateo,Ágape Libros).

sábado, 17 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 7, 40-53

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Algunos de la multitud, que habían oído a Jesús, opinaban: “Este es verdaderamente el Profeta”. Otros decían: “Este es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?”. Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?”. Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”. Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita”. Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?”. Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa.
Palabra del Señor.

Comentario


Un prejuicio sin fundamento: “De Galilea no surge ningún profeta”, fue suficiente para que aquellos hombres se negaran a reconocer en Jesús al enviado del Padre. Y así puede pasar tantas veces en que Dios quiere hablarnos a través de personas que nosotros prejuzgamos ignorantes o incapaces. Nuestros juicios e ideas preconcebidas obstaculizan descubrir la voluntad de Dios. ¿Estamos dispuestos a reconocer que Dios puede hablarnos desde el lugar o las personas que menos lo esperamos?

jueves, 15 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 5, 31-47

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que viene del único Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?
Palabra del Señor.

Comentario


Las palabras que Jesús dirige a sus compatriotas nos las puede decir a nosotros: “Ustedes investigan las Escrituras”. Él denunciaba un modo de leer la Biblia que podía generar erudición, pero no encuentro con Dios Vivo. Pidamos al Espíritu Santo que cada lectura de la Sagrada Escritura nos haga crecer en conocimiento y en relación con Jesús, el enviado del Padre.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Lectura        Is 49, 8-15

Lectura del libro de Isaías.
Así habla el Señor: En el tiempo favorable, yo te respondí, en el día de la salvación, te socorrí. Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas, para decir a los cautivos: “¡Salgan!”, y a los que están en las tinieblas: “¡Manifiestense!”. Ellos se apacentarán a lo largo de los caminos, tendrán sus pastizales hasta en las cumbres desiertas. No tendrán hambre, ni sufrirán sed, el viento ardiente y el sol no los dañarán, porque el que se compadece de ellos los guiará y los llevará hasta las vertientes de agua. De todas mis montañas yo haré un camino y mis senderos serán nivelados. Sí, ahí vienen de lejos, unos del norte y del oeste, y otros, del país de Siním. ¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría, porque el Señor consuela a su Pueblo y se compadece de sus pobres! Sión decía: “El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí”. ¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!
Palabra de Dios.

Comentario


Nos encontramos ante unos de los pasajes de mayor ternura de todo el Antiguo Testamento. Dios insiste en contarnos su amor por nosotros con las imágenes más expresivas que encuentra: un camino que se allana, un pueblo que es consolado y reconfortado, y su amor maternal por el que no olvida que somos sus criaturas. ¿Cómo no confiar en semejante declaración de amor?

martes, 13 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 5, 1-3. 5-18

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo “Betsata”, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres sanarte?”. Él respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”. Él les respondió: “El que me sanó me dijo: ‘Toma tu camilla y camina’”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina’?”. Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”. El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado. Él les respondió: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Palabra del Señor.

Comentario


Jesús dialogó con este paralítico y le dirigió la pregunta precisa. Y el hombre contestó desde su necesidad y su impotencia: solo y postrado, no tenía posibilidad de alcanzar las aguas milagrosas. Este paralítico no necesitó sumergirse en la piscina: le bastó encontrarse con Jesús, el agua viva. Y así se puso de pie y comenzó a caminar.

lunes, 12 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 4, 43-54

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús partió hacia Galilea. Él mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaúm. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen”. El funcionario le respondió: “Señor, baja antes que mi hijo se muera”. “Vuelve a tu casa, tu hijo vive”, le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. “Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre”, le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
Palabra del Señor.

Comentario


Este funcionario creyó en la palabra de Jesús. No pidió señales ni pruebas, sino que creyó antes de que Jesús realizara la curación. Creerle a Jesús significa dejar todo en sus manos. Y así se obra el milagro.

domingo, 11 de marzo de 2018

Evangelio     Jn 3, 14-21

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Dijo Jesús: De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
Palabra del Señor.

Comentario


“Y al decir: ‘De tal manera amó Dios al mundo’, indicó la inmensidad de su amor, habiendo necesidad de reconocer aquí una distancia infinita. El que es inmortal, el que no tiene principio, el que es la grandeza infinita, amó a los que están en el mundo, que son de tierra y ceniza, y están llenos de infinitos pecados. Lo que pone a continuación demuestra la cualidad de su amor; porque no dio un siervo, ni un ángel, ni un arcángel, sino su propio Hijo” (san Juan Crisóstomo, Homilía sobre san Juan, 23).

sábado, 10 de marzo de 2018

Evangelio     Lc 18, 9-14

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!”. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.

Comentario


¡Qué seguro de sí mismo estaba este fariseo! Todo lo que decía era cierto, su cumplimiento era intachable. Pero así, tan satisfecho de sí mismo, no tenía lugar para percibir el amor de Dios en su vida. En cambio, el publicano pecador sabía que lo único que podía hacer era entregar su vida en manos de Dios. En esa humildad, Dios encuentra la tierra fértil donde derrochar todo su amor.

viernes, 9 de marzo de 2018

Evangelio     Mc 12, 28-34

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”. Jesús respondió: “El primero es: ‘Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más grande que estos’. El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.

Comentario


Realmente, este escriba no estaba lejos del Reino de Dios. Había comprendido que toda la Ley se resume en amar a Dios y al prójimo. Y él mismo dice que esto es más importante que cualquier ritual y sacrificio. Por hablar con tanta sabiduría, recibe el elogio de Jesús. Y en este diálogo, se nos deja resumido lo más importante, lo más valioso, lo que debe regir toda nuestra existencia: nada, ni siquiera una práctica piadosa está antes que el amor.

jueves, 8 de marzo de 2018

Evangelio     Lc 11, 14-23

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús estaba expulsando a un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó admirada, pero algunos de ellos decían: “Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque –como ustedes dicen– yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”.
Palabra del Señor.

Comentario


La cerrazón de algunas personas era tan fuerte que atribuían al demonio las obras buenas que Jesús hacía. En eso consistía su pecado: no reconocer todo lo bueno que Dios estaba obrando. Y en lugar de eso, pedían señales extraordinarias. Hoy abramos los ojos y los oídos. Dios está obrando y hablando para llegar a nuestro corazón.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Evangelio     Mt 5, 17-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una “i” ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes de que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos”.
Palabra del Señor.

Comentario


Jesús conoce la Ley de Moisés, con la cual su pueblo fue instruido. Y su intención no es transgredirla, sino revelar su sentido más pleno y profundo. En el contexto de Jesús, muchos habían ahogado el verdadero sentido de la ley reduciéndola a la frialdad del legalismo. Jesús rescata y pone de manifiesto que esas palabras son palabras de vida.

martes, 6 de marzo de 2018


Mateo 18; 21 – 35

Se acercó Pedro y le dijo a JESUS: SEÑOR, ¿Cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿hasta siete veces? JESUS le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete, Por eso el Reino de los cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus sirvientes. El primero le debía diez mil talentos, el rey mando que lo vendieran con todas sus posesiones y sus hijos para pagar la deuda. El servidor imploro al rey que le diera mas tiempo para pagar la deuda, y el rey le concedió mas tiempo. Al salir este servidor, vio a un hombre que le debía cien talentos de oro, lo tomo del cuello y lo increpo pidiéndole que le pago, este otro hombre le rogo y le suplico que le diera mas tiempo, pero este no se lo concedió y, mando que lo metieran preso. Los guardias del rey al ver esto se indignaron y fueron a contarle al rey lo que acababa de hacer este servidor. El rey lo mando llamar y le dijo: ¡Miserable! Me suplicaste y te perdone la deuda. ¿No deberían hacer tu también lo mismo? E indignado el rey lo entregó a los verdugos para que lo hagan pagar todo lo que debía. Lo mismo  hará el PADRE Celestial hará con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.”
Palabra del Señor.

Comentario

Todo, en la parábola, suena exagerado y grandioso. Las deudas de uno y otro son incomparables: una es grandísima e inconmensurable, mientras la otra es una pequeñez. La severidad del servidor con su compañero llega hasta la crueldad del castigo desproporcionado. Con esta historia, Jesús quiere que nos demos cuenta del amor sin medida de Dios, que está siempre dispuesto a perdonar. Esta gracia que recibimos debe movernos a perdonar también nosotros a nuestro prójimo.


lunes, 5 de marzo de 2018

Evangelio     Lc 4, 24-30

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio”. Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.

Comentario


A los vecinos de Jesús les costaba aceptar que Dios también ama a “los de afuera”, a los que no son del propio grupo. Jesús retoma el episodio del profeta Eliseo con Naamán para enseñar a sus contemporáneos que Dios no se deja encerrar por nuestros criterios estrechos. Dios no pone fronteras, al contrario, quiere atravesarlas. ¿Estamos dispuestos a participar de este amor universal y sin distinciones?

domingo, 4 de marzo de 2018

Juan 2; 13 – 25

Se acababa la pascua de los Judíos y JESUS subió al Templo y vio a los vendedores fuera del Templo detrás de sus mesas. Hizo  un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, derribo sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi PADRE, una casa de comercio” y sus Discípulos recordaron las palabras de las escrituras: “El celo por tu casa me consume” entonces los judíos le preguntaron: ¿Qué signos nos das para obrar así? JESUS les respondió: “Destruyan este Templo y en tres días lo volveré a levantar” ¿Los judíos respondieron: han sido necesarios 46 años para levantarlo y tu dices que en tres días lo levantarás? Pero JESUS no se refería al Templo, sino a su cuerpo. Cuando estuvo en Jerusalén muchos creyeron en ÉL al ver los signos que realizaba. Pero JESUS no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos, ÉL sabía lo que hay en el interior del hombre.
Palabra del Señor.

Comentario

Jesús es “la” señal que el Padre nos da para que lo conozcamos. Todo en Jesús nos habla del Padre. Y la resurrección es el último indicio que nos confirma que Dios es el Dios de los vivientes y quiere darnos la Vida Eterna. No busquemos más señal que esa: la presencia vivificante de Jesús Resucitado, que nos muestra el camino hacia el Padre.
 

sábado, 3 de marzo de 2018

Lectura        Miq 7, 14-15. 18-20

Lectura de la profecía de Miqueas.
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? Él no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como lo juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.
Palabra de Dios.

Comentario


¿Qué más necesitamos para convencernos de que Dios nos ama? Él arroja nuestros pecados al fondo del mar y no los ve más. Nos perdona definitivamente, su perdón es una realidad, debemos creer y aceptar ese abrazo misericordioso sobre nuestra existencia. Dejemos el pecado atrás, porque él nos da la oportunidad de vivir en su amor.