martes, 31 de marzo de 2020

Evangelio      Jn 8, 21-30


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los fariseos: “Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”. Los judíos se preguntaban: “¿Pensará matarse para decir: ‘Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’?”. Jesús continuó: “Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que yo soy, morirán en sus pecados”. Los judíos le preguntaron: “¿Quién eres tú?”. Jesús les respondió: “Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo”. Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: “Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que yo soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada”. Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.

Comentario


Otra vez la pregunta: “¿Quién eres tú?”. Y Jesús recurre a la ubicación de lo alto y lo bajo para darse a entender. Hacia lo alto, se eleva el corazón que quiere encontrar a Dios. Hacia lo alto, será elevado Jesús, primero en la cruz, después en su ascensión. Dejemos de arrastrarnos por lo bajo, y elevemos a él nuestra mirada.

lunes, 30 de marzo de 2020

Evangelio      Jn 8, 1-11


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer, volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”. Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?”. Ella le respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno –le dijo Jesús–. Vete, no peques más en adelante”.
Palabra del Señor.

Comentario

La mujer es llevada al centro de la escena y puesta allí, acusada y condenada, sin posibilidad de defensa. Nadie dialoga con ella. Sólo Jesús le habla, y así le da la posibilidad de expresarse. Jesús no condena, sino que enseña a mirar hacia adelante para que transitemos la vida sin pecado y en paz. ¡Qué escena tan esperanzadora para quien se reconoce pecador! Y qué buen cuestionamiento para quien quiere juzgar y condenar rápidamente a otros.

domingo, 29 de marzo de 2020

Lectura    Ez 37, 12-14


Lectura de la profecía de Ezequiel.
Así habla el Señor: “Yo voy a abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de ellas, y los haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. Y cuando abra sus tumbas y los haga salir de ellas, ustedes, mi pueblo, sabrán que yo soy el Señor. Yo pondré mi espíritu en ustedes, y vivirán; los estableceré de nuevo en su propio suelo, y así sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré”.
Palabra de Dios.

Comentario

Dios nos ha creado para la vida y la comunión. Su promesa, por lo tanto, es dar vida. Su Espíritu nos hace vivir ya aquí, anticipadamente en esta tierra, la plenitud que nos dará en la resurrección.

sábado, 28 de marzo de 2020

Evangelio      Jn 7, 40-53


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Algunos de la multitud, que habían oído a Jesús, opinaban: “Este es verdaderamente el Profeta”. Otros decían: “Este es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?”. Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?”. Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”. Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita”. Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?”. Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa.
Palabra del Señor.

Comentario


Podríamos decir que Jesús tiene todo en contra. A la irritación y oposición que provoca su mensaje, se suman los prejuicios sobre su lugar de origen. Así, quienes se niegan a recibir la salvación, se aferran a sus preconceptos y, con eso, se cierran más aún. Jesús sufrió, como muchos otros, el rechazo a causa del lugar del cual provenía.

viernes, 27 de marzo de 2020

Evangelio      Jn 7, 1-2. 10. 14. 25-30


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús recorría la Galilea; no quería transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Chozas. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto, sin hacerse ver. Promediaba ya la celebración de la fiesta, cuando Jesús subió al Templo y comenzó a enseñar. Algunos de Jerusalén decían: “¿No es este Aquel a quien querían matar? ¡Y miren cómo habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es”. Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: “¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él el que me envió”. Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.

Comentario

Parece que todos se preguntaban por la identidad de Jesús. ¿Quién era? ¿De dónde venía? ¿Lo conocían realmente? ¿Era el Mesías? Jesús señaló que conocerlo implicaba reconocer en él al enviado del Padre. Y esta era una respuesta que muchos no estaban dispuestos a escuchar. Por eso, planeaban su muerte.

jueves, 26 de marzo de 2020

Lectura         Éx 32, 7-14


Lectura del libro del Éxodo.
El Señor dijo a Moisés: “Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: ‘Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto’”. Luego le siguió diciendo: “Ya veo que este es un pueblo obstinado. Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación”. Pero Moisés trató de aplacar al Señor con estas palabras: “¿Por qué, Señor, arderá tu ira contra tu pueblo, ese pueblo que tú mismo hiciste salir de Egipto con gran firmeza y mano poderosa? ¿Por qué tendrán que decir los egipcios: ‘Él los sacó con la perversa intención de hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra’? Deja de lado tu indignación y arrepiéntete del mal que quieres infligir a tu pueblo. Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, tus servidores, a quienes juraste por ti mismo diciendo: ‘Yo multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de la que hablé, para que la tengan siempre como herencia’”. Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
Palabra de Dios.

Comentario

Dios sacó al pueblo de la opresión y la muerte. Pero en su camino, el pueblo olvidó esta gran obra y atribuyó su liberación a los ídolos, por lo cual les rindió culto. Esto es negar la obra evidente, esto es cerrarse al testimonio que da la propia historia, esto es necedad. Y sin embargo, Dios quiere seguir caminando con su pueblo.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Evangelio      Lc 1, 26-38


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser esto, si yo no tengo relación con ningún hombre?”. El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será santo y se lo llamará Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios”. María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor; que se haga en mí según tu Palabra”. Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.

Comentario


Siempre que Dios envía un ángel para anunciar un nacimiento, el mensajero nos da las características del niño que nacerá. Así, sabemos que Jesús fue engendrado del Espíritu Santo y es el Hijo del Altísimo. Y el ángel dice algo más: “Jesús viene para reinar, y con él nos llegarán las primicias del Reino de Dios”. María pone todo su ser a disposición de este rey que viene. Ella es la servidora en la que ya despunta el Reino.

martes, 24 de marzo de 2020

Evangelio      Jn 5, 1-3a. 5-18


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo “Betsata”, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos. Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: “¿Quieres sanarte?”. Él respondió: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”. En seguida el hombre se sanó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un Sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser sanado: “Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla”. Él les respondió: “El que me sanó me dijo: ‘Toma tu camilla y camina’”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es ese hombre que te dijo: ‘Toma tu camilla y camina’?”. Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí. Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: “Has sido sanado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía”. El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había sanado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en Sábado. Él les respondió: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Palabra del Señor.

Comentario


Este paralítico esperaba a alguien que lo hiciera entrar en las aguas sanadoras. Aguardaba ese favor año tras año, y no lo conseguía. Al encontrar a Jesús, ya no necesitó entrar en la piscina, porque él es el agua viva que comunica la Vida. Él nos saca de la parálisis y limpia nuestro pecado. Por eso, como este hombre, podemos dar testimonio de cómo Jesús sana, renueva la existencia y nos hace caminar.

lunes, 23 de marzo de 2020

Evangelio      Jn 4, 43-54


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús partió hacia Galilea. Él mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a sanar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen”. El funcionario le respondió: “Señor, baja antes que mi hijo se muera”. “Vuelve a tu casa, tu hijo vive”, le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. “Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre”, le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: “Tu hijo vive”. Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
Palabra del Señor.

Comentario


Ante la inminencia de la muerte, este funcionario supo a quién recurrir. Y aunque, en ese momento, no pudo constatar el cumplimiento de las palabras de Jesús, el relato nos dice que él creyó. Así nos toca creer hoy a nosotros también, aunque en el mismo momento no podamos ver el modo en que Dios obra, y sólo podamos entregarnos a confiar en su palabra. Entonces somos de esos bienaventurados que creen sin haber visto.

domingo, 22 de marzo de 2020

 Lectura    1Sam 16, 1b. 5b-7. 10-13a


Lectura del primer libro de Samuel.
El Señor dijo a Samuel: “¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey”. Samuel fue, purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: “Seguro que el Señor tiene ante él a su ungido”. Pero el Señor dijo a Samuel: “No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón”. Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: “El Señor no ha elegido a ninguno de estos”. Entonces Samuel preguntó a Jesé: “¿Están aquí todos los muchachos?”. Él respondió: “Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño”. Samuel dijo a Jesé: “Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue aquí”. Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: “Levántate y úngelo, porque es este”. Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David.
Palabra de Dios.

Comentario


Nos encontramos alrededor del año 1000 a.C. Para Israel, se abrirá una nueva etapa: las doce tribus pasarán a ser un reino unificado. Dios quiere ser el rey de su pueblo, y ha encontrado en David al hombre para ese momento. David es pastor, y cuando el profeta se hace presente, él está apacentando el rebaño. Su tarea es una representación de la misión que le espera: pastorear al pueblo en nombre de Dios.

sábado, 21 de marzo de 2020

Evangelio      Lc 18, 9-14


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Refiriéndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo esta parábola: Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas”. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador! Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.

Comentario


¡Cuánta autosuficiencia en la proclama del fariseo cumplidor! Seguramente era cierto su autoelogio. Pero no dejaba lugar para la relación personal y amorosa con Dios, como si, en lugar de una alianza, su vínculo con Dios fuera una lista para completar. El publicano, recaudador de impuestos, considerado impuro y pecador por la élite religiosa, se ubicó delante de Dios con sinceridad y abrió su corazón. Sabía que Dios es misericordioso, y a esa misericordia se confió. Su humildad y su sinceridad mantienen vivo el vínculo entre él y Dios.

viernes, 20 de marzo de 2020

Evangelio      Mc 12, 28b-34


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”. Jesús respondió: “El primero es: ‘Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más grande que estos”. El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor.

Comentario


Los escribas se dedicaban a copiar, comentar y enseñar la Sagrada Escritura. Este escriba recibe de Jesús un bellísimo elogio: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Este hombre, con todo su estudio, ha podido dar el paso desde el conocimiento intelectual hacia la sabiduría existencial. Así ha logrado interpretar el sentido profundo de toda la Sagrada Escritura.

jueves, 19 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 1, 16. 18-21. 24a


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Jesucristo fue engendrado así: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado.
Palabra del Señor.

Comentario


El ángel llama a José “hijo de David”. José,con su fe y voluntad, colabora para que el Mesías prometido a David llegue a este mundo. José es el hombre de la acción, que obra en todo conforme a la voluntad de Dios, para que la promesa se cumpla. Sus obras son siempre vehículo para que se haga realidad el plan de Dios. Cuando obramos como José hacemos visible que Dios quiere habitar en este mundo con su deseo de salvación.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 5, 17-19


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no quedarán ni una “i” ni una coma de la Ley sin cumplirse, antes que desaparezcan el cielo y la tierra. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.
Palabra del Señor.

Comentario


Las palabras de Jesús responden a una inquietud que también se nos presenta hoy a los cristianos. ¿Tiene alguna vigencia para nosotros la ley del Antiguo Testamento? Jesús dice que no viene a abolirlo, sino a darle cumplimiento y perfección. Aquello que Dios había comunicado a los hombres en un momento histórico, es resignificado y actualizado en la práctica y en la predicación de Jesús. Y esto es lo que estamos llamados a vivir y a enseñar.

martes, 17 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 18, 21-35


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Se acercó Pedro y dijo a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: ‘Dame un plazo y te pagaré todo’. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: ‘Págame lo que me debes’. El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: ‘Dame un plazo y te pagaré la deuda’. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: ‘¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.
Palabra del Señor.

Comentario


“La respuesta del Maestro está orientada a la sobreabundancia del perdón, el único camino posible para la permanencia en el tiempo de la fraternidad. En lugar de la venganza, ahora se insiste en la desmesura del perdón. Es que el perdón es lo único que puede salvar de la disolución a la Iglesia y lo que puede construir una fraternidad estable y duradera. La parábola que cierra el discurso es una ilustración que apela al sentido común para poder vivir la fraternidad, y ubica el principio de la reconciliación en el mismo Dios” (José Macín, Fraternidad y Solidaridad en Mateo, Ed. San Pablo).

lunes, 16 de marzo de 2020

Evangelio      Lc 4, 24-30


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga: “Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán, el sirio”. Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.

Comentario


Jesús nos desafía continuamente a salir de nuestros estrechos límites. Como sus vecinos, podemos estar tentados de creer que algunos –tal vez nosotros– somos más dignos de salvación que otros. Siempre hay alguien a quien dejamos afuera. Y Jesús nos trae los ejemplos de los paganos, de aquellos que habían vivido adorando a otros dioses, pero que, por estar abiertos a la novedad que les llegaría del Dios de Israel, reconocieron la gracia de su presencia. ¿Dejaremos nosotros que Dios nos sorprenda con su obrar más allá de nuestros esquemas?

domingo, 15 de marzo de 2020

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”. Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La samaritana le respondió: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’ tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva”. “Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?”. Jesús le respondió: “El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna”. “Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla”. Jesús le respondió: “Ve, llama a tu marido y vuelve aquí”. La mujer respondió: “No tengo marido”. Jesús continuó: “Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad”. La mujer le dijo: “Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar”. Jesús le respondió: “Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén ustedes adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. La mujer le dijo: “Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo”. Jesús le respondió: “Soy yo, el que habla contigo”. En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: “¿Qué quieres de ella?” o “¿Por qué hablas con ella?”. La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?”. Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro. Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: “Come, Maestro”. Pero él les dijo: “Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen”. Los discípulos se preguntaban entre sí: “¿Alguien le habrá traído de comer?”. Jesús les respondió: “Mi comida es hacer la voluntad de Aquel que me envió y llevar a cabo su obra. Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega. Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría. Porque en esto se cumple el proverbio: “Uno siembra y otro cosecha”. Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos”. Muchos samaritanos de esa ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: “Me ha dicho todo lo que hice”. Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.
Palabra del Señor.

Comentario

Esta mujer pertenece a un grupo social enemistado con el grupo al que pertenece Jesús. Ella comienza un camino de fe. Primero, se transforma en discípula al reconocer a Jesús como el Mesías y, luego, en misionera al anunciarlo a sus vecinos. Y tan clara tiene su condición de misionera que logra que estos vecinos crean en Jesús no por lo que ella expresa, sino porque ella genera un encuentro entre ellos y Jesús.


sábado, 14 de marzo de 2020

Lectura         Miq 7, 14-15. 18-20


Lectura de la profecía de Miqueas.
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad, como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas. ¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? Él no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como lo juraste a nuestros padres desde los tiempos remotos.
Palabra de Dios.

Comentario

Hoy podemos mirar nuestro corazón y reconocer que, en verdad, hemos pecado y que necesitamos el perdón de Dios; que no hay pecado que Dios no limpie y que no hay corazón que Dios no quiera sanar.


viernes, 13 de marzo de 2020


Mateo 21; 33 – 46
JESÚS dijo a los sumo sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Escuchen otra parábola: un hombre poseía una tierra y allí planto una viña, la cercó, construyo un lagar y una torre de vigilancia. Después la arrendo a unos viñadores y se fue al extranjero. Pasado un tiempo, llego la hora se la vendimia, y el dueño mando a buscar su parte dela cosecha, pero lo viñadores decidieron apoderarse de la viña. El dueño mando a un sirviente, los viñadores lo golpearon y lo corrieron son darle nada. El dueño mando a su hijo pensando: A mi hijo no lo maltrataran., Pero los viñadores pensaron: Si matamos nos quedamos con su herencia. Cuando vuelva el dueño: ¿Qué le parece que hará el dueño a los viñadores?” Acabará con esos miserables y arrendara la viña a otros, le respondieron a JESÚS, que entregaran su fruto a debido tiempo. JESÚS agregó: “¿No han leído nunca en las escrituras: la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del SEÑOR, admirable a nuestros ojos? El que caiga sobre esta piedra quedara destrozado, y aquel sobre quien ella caiga será aplastado. Por eso les digo que el Reino de DIOS les será quietado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que hará producir sus frutos”. Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Palabra del Señor.

Comentario
La parábola tiene la función de llamar la atención. En este caso, se muestra a un hombre que busca el cuidado de su finca de diversos modos. Pero un grupo se quiere apropiar del campo, y para eso utilizan modos muy violentos para expulsar a los enviados del dueño e, incluso, llegar a matarlos. En definitiva, es necesario reconocer que Dios es el dueño del campo, que no podemos apropiarnos de lo que le pertenece, el Reino, por el cual debemos trabajar y producir sin considerarlo de nuestra propiedad.


jueves, 12 de marzo de 2020


Lucas 16; 19 – 31
JESÚS dijo a los Fariseos: “Había un hombre muy rico que se vestía de purpura con lino finísimo y cada día hacía banquetes. A su puerta cubierto de llagas estaba, un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caís de la mesa del rico. Un día mueren los dos, el rico y Lázaro el pobre. Lázaro fue llevado por los ángeles ante Abraham. En la morada de los muertos el rico vio que Lázaro con Abraham, y exclamó: Padre Abraham, ten piedad de mi, envía a Lázaro que remoje sus dedos y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan. Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que recibiste bienes en vida, y a Lázaro no se le dio nada. Y además entre nosotros hay un abismo, y no se puede pasar o cambiar de lado. El rico contesto: te ruego, padre Abraham, envía a Lázaro a casa de mi padre para que avise a mis familiares para que los prevengas, para que no caigan también en este lugar. Abraham respondió: Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen. El rico respondió: No padre Abraham, si va algunos de los muerto a verlos se arrepentirán. Abraham le contesto: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”.
Palabra del Señor.

Comentario
“Para convertirnos, no debemos esperar eventos prodigiosos, sino abrir el corazón a la Palabra de Dios, que nos llama a amar a Dios y al prójimo. La Palabra de Dios puede hacer revivir un corazón árido y curarlo de su sequedad. El rico conocía la Palabra de Dios, pero no la ha dejado entrar en el corazón, no la ha escuchado, por eso ha sido incapaz de abrir los ojos y de tener compasión del pobre. Ningún mensajero y ningún mensaje podrán sustituir a los pobres que encontramos en el camino, porque en ellos nos viene al encuentro Jesús mismo” (Francisco, Audiencia general, 18/5/2016).


miércoles, 11 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 20, 17-28


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Mientras Jesús subía a Jerusalén, llevó consigo a los Doce, y en el camino les dijo: “Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, pero al tercer día resucitará”. Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo. “¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. “No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron. “Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre”. Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Palabra del Señor.

Comentario


Jesús conoce la historia. Sabe lo que pasó con los antiguos profetas y con aquellos que han buscado que el pueblo se encamine con la voluntad de Dios. Jesús profeta sabe que no lo esperan aplausos ni reconocimientos mundanos. Y sus discípulos –nosotros– también debemos comprender esto. Seguir a Jesús implica estar dispuestos a servir de corazón aun cuando no obtengamos ningún éxito humano por ello.

martes, 10 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 23, 1-12


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Palabra del Señor.

Comentario


La autoridad impuesta y el poder religioso no son garantía de sabiduría ni mucho menos de autoridad moral. Es necesario que el discípulo madure, tenga su propio criterio y pueda discernir aquello que, en verdad, lo acerca a Dios.

lunes, 9 de marzo de 2020

Evangelio      Lc 6, 36-38


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a sus discípulos: Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.
Palabra del Señor.

Comentario


“Al discípulo de Jesús no le corresponde en erigirse como juez de los otros, sino ofrecer el perdón con generosidad. Su modelo es Jesús, que no vino a condenar sino a salvar, y que pide perdonar de corazón para poder ser perdonado” (Comentario del Nuevo Testamento, Biblia de la Iglesia en América, Ed. ppc-celam).

domingo, 8 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 17, 1-9


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.
Palabra del Señor.

Comentario


“Con Jesús y con personajes del Viejo Testamento: Moisés y Elías, aparecen en el monte de la transfiguración y Cristo en medio, resplandeciente su rostro como el sol, blancas sus vestiduras como la nieve. Es la figura de Dios hecho hombre, lo testifica el Padre: ¡Este es mi Hijo, el amado. Este es el prometido, este es el que yo dije que iba a ser fuente de bendición, descendiente de Abraham, en él serán bendecidas todas las naciones! No se ha dado a los hombres otro nombre en el cual puedan ser salvos fuera del nombre de Jesús. Y Jesús aparece allí como en una Pascua anticipada, como un resucitado que no tendrá ya nada que ver con la muerte y las miserias de la tierra” (San Oscar Romero, 19/2/1978).

viernes, 6 de marzo de 2020

Evangelio      Mt 5, 20-26


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el tribunal. Y el que lo maldice, merece el infierno. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Palabra del Señor.

Comentario


Claramente, un insulto no es lo mismo que un asesinato. Sin embargo, Jesús nos exige una vida más santa: cualquier atentado contra el hermano es digno de reprobación. Siempre se ha de buscar el bien, y nunca considerar que hay males “que no tienen importancia”.