viernes, 13 de marzo de 2020


Mateo 21; 33 – 46
JESÚS dijo a los sumo sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “Escuchen otra parábola: un hombre poseía una tierra y allí planto una viña, la cercó, construyo un lagar y una torre de vigilancia. Después la arrendo a unos viñadores y se fue al extranjero. Pasado un tiempo, llego la hora se la vendimia, y el dueño mando a buscar su parte dela cosecha, pero lo viñadores decidieron apoderarse de la viña. El dueño mando a un sirviente, los viñadores lo golpearon y lo corrieron son darle nada. El dueño mando a su hijo pensando: A mi hijo no lo maltrataran., Pero los viñadores pensaron: Si matamos nos quedamos con su herencia. Cuando vuelva el dueño: ¿Qué le parece que hará el dueño a los viñadores?” Acabará con esos miserables y arrendara la viña a otros, le respondieron a JESÚS, que entregaran su fruto a debido tiempo. JESÚS agregó: “¿No han leído nunca en las escrituras: la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del SEÑOR, admirable a nuestros ojos? El que caiga sobre esta piedra quedara destrozado, y aquel sobre quien ella caiga será aplastado. Por eso les digo que el Reino de DIOS les será quietado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que hará producir sus frutos”. Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Palabra del Señor.

Comentario
La parábola tiene la función de llamar la atención. En este caso, se muestra a un hombre que busca el cuidado de su finca de diversos modos. Pero un grupo se quiere apropiar del campo, y para eso utilizan modos muy violentos para expulsar a los enviados del dueño e, incluso, llegar a matarlos. En definitiva, es necesario reconocer que Dios es el dueño del campo, que no podemos apropiarnos de lo que le pertenece, el Reino, por el cual debemos trabajar y producir sin considerarlo de nuestra propiedad.


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