lunes, 29 de octubre de 2018

Evangelio     Lc 13, 10-17


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga. Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: “Mujer, estás sanada de tu enfermedad”, y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había sanado en sábado, dijo a la multitud: “Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse sanar, y no el sábado”. El Señor le respondió: “¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber? Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser liberada de sus cadenas el día sábado?”. Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaban de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.
Palabra del Señor.

Comentario


Había excepciones en la Ley hasta para el buey y el burro. Pero no había excepciones para una mujer encorvada, limitada para participar en la asamblea y doblegada bajo el peso de esa misma ley aplicada sin misericordia. Este pasaje bíblico nos interpela también hoy en nuestra forma de poner en práctica las leyes y preceptos religiosos. Todas esas normas sólo tienen sentido si llevan a las personas encorvadas a poder erguirse con la dignidad de las hijas e hijos de Dios.

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