jueves, 28 de marzo de 2019

  Jer 7, 23-28


Lectura del libro de Jeremías.
Así habla el Señor: Esta fue la orden que les di a sus padres el día que los hice salir de Egipto: “Escuchen mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán mi Pueblo; sigan por el camino que yo les ordeno, a fin de que les vaya bien”. Pero ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que obraron según sus designios, según los impulsos de su corazón obstinado y perverso; se volvieron hacia atrás; no hacia adelante. Desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta el día de hoy, yo les envié a todos mis servidores los profetas, los envié incansablemente, día tras día. Pero ellos no me escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que se obstinaron y obraron peor que sus padres. Tú les dirás todas estas palabras y no te escucharán; los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: “Esta es la nación que no ha escuchado la voz del Señor, su Dios, ni ha recibido la lección. La verdad ha desaparecido, ha sido arrancada de su boca”.
Palabra de Dios.

Comentario


Parece mentira que un pueblo quiera rechazar ser pueblo de Dios, y por lo tanto rechazar a Dios mismo. Sin embargo, ¿no hacemos lo mismo cuando buscamos nuestro bien, nuestro interés o nuestro beneficio sin tener en cuenta la voluntad de Dios?

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