miércoles, 24 de abril de 2019

Hech 3, 1-10


Lectura de los Hechos de los apóstoles.
En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde. Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada “La Hermosa”, para pedir limosna a los que entraban. Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna. Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: “Míranos”. El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo. Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el Nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina”. Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos. Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios. Toda la gente lo vio caminar y alabar a Dios. Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada “La Hermosa”, y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.
Palabra de Dios.

Comentario


Qué mejor signo de todo lo que trae el nombre de Jesús que ver a un paralítico que se pone a caminar. Esto quiere hacer el Evangelio en nuestra vida: elevarnos, darnos dinamismo, sacarnos de la parálisis. Allí donde se proclama el nombre de Jesús y sus testigos se comprometen con la vida de los necesitados, allí ocurren los milagros.

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