domingo, 10 de noviembre de 2019

Evangelio Lc 20, 27-38


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resu­rrección, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: ‘Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda’. Ahora bien, ha­bía siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las muje­res se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor ‘el Dios de Abra­ham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él”.
Palabra del Señor.

Comentario

Jesús busca desarticular cualquier fantasía e imaginación sobre la vida eterna, mostrando que no podemos pensarla con los criterios humanos actuales, temporales y materiales. La resurrección es “otro modo de existencia”, y hoy es imposible explicar aquello de lo que no tenemos experiencia. Este es el momento, simplemente, de decir “creo” y saber que Dios, nuestro Padre, nos espera con los brazos abiertos, a la gran comunidad de todos los santos.

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