miércoles, 15 de mayo de 2013


Salmo 32

Dichoso el que es absuelto de pecado y cuya culpa le ha sido borrada.
Dichoso el hombre aquel a quien DIOS no le nota culpa alguna y en cuyo espíritu no se halla engaño.
Hasta que no lo confesaba, se consumían mis huesos, gimiendo todo el dia.
Tu mano día y noche pesaba sobre mi, mi corazón se transformo en rastrojo en pleno calor del verano.
Te confesé mi pecado, no te escondí mi culpa. Yo dije: Ante el SEÑOR confesaré mi falta y Tu, tu perdonaste mi pecado, condonaste mi deuda.
Por eso el varón santo te duplica en la hora de la angustia.
Aunque las grande aguas se desbordasen, no lo podrían alcanzar.


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