domingo, 12 de agosto de 2018

Evangelio     Jn 6, 41-51


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: ‘Yo he bajado del cielo?’”. Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: ‘Todos serán instruidos por Dios’. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Palabra del Señor.

Comentario


“Esto es lo que quiero decir en mi segundo pensamiento. No yo, sino Cristo, cuando hoy en el evangelio nos habla de un principio de vida que se encarna. Cuando él dice: ‘Nadie ha visto al Padre sino el que viene de Dios’, es él. Y cuando dice, comparando con la comida que conocían los judíos: el maná: ‘Los que comían el maná, volvían a morir, pero el que come el pan que yo daré, vivirá para siempre, no podrá morir’: ¿Cuál es ese pan? ‘El pan que yo daré, mi carne, para la vida del mundo’. La gran revelación: la carne, el Dios que se ha encarnado” (Beato O. Romero, 12/8/1979).

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