miércoles, 16 de enero de 2019

Evangelio     Mc 1, 29-39


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos. Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él. Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y cuando lo encontraron, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les respondió: “Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido”. Y fue por toda la Galilea, predicando en las sinagogas de ellos y expulsando demonios.
Palabra del Señor.

Comentario


Los escribas enseñaban la Ley discutiendo lo que los textos bíblicos querían expresar. Su estudio era exhaustivo, y buscaban con obsesión la mejor interpretación, el detalle, el punto justo para que una ley pudiera ser aplicada de la manera más segura posible en diversas oportunidades. Se trataba de un trabajo muy cuidado y puntilloso, que exigía mucha energía. ¿Qué significa que Jesús “no enseñaba como los escribas”? Quizá que Jesús no se detendría en detalles, que no buscaba tanto la seguridad del cumplimiento de la Ley, sino vivir la Palabra por encima de una obsesión.

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