domingo, 30 de junio de 2019


Lucas 9; 51 – 62

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, JESUS se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de ÉL. Ellos partieron y entraron en un pueblo de samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus Discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: SEÑOR, ¿quieres mandemos caer fuego del cielo para consumirlos? Pero ÉL se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a JESUS: ¡te seguiré a donde vayas! JESUS le respondió: “los zorros tienen sus cuevas y las aves el cielo y sus nidos, per el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. Y dijo a otro: “Sígueme”. Él respondió: SEÑOR, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre. Pero JESUS le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de DIOS”. Otro le dijo: Te seguiré SEÑOR, pero permíteme ante despedirme de los míos. JESUS le respondió: “el que ha opuesto la mano en e arado y miras hacia atrás, no sirve para el Reino de DIOS”.

Comentario

Recuerden a Abraham, DIOS le pide un sacrificio, y le pide a su hijo, pero no es para sacrificarlo, es para ver la obediencia. Una vez que vio lo que Abraham haría por DIOS, le dio otra ofrenda, y eso es lo que nos pide DIOS, algo duro y difícil, pero no es que nos lo pida hacerlo todo; ÉL nos va ayudar en el proceso.
Como una continuación de lo que ha sucedido a su padre José cuando buscaba albergue ante su inminente nacimiento, Jesús atraviesa ahora la misma experiencia en Samaría: nadie lo quiere alojar. Pareciera que Jesús anda buscando un lugar donde nacer, donde dormir y donde vivir. ¿Le daremos cabida en nuestra vida para que viva en nosotros?

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