miércoles, 26 de diciembre de 2012


Sirácides 6

Escucha, hijo, acepta mi sentencia y no rechaces mi consejo. Introduce tus pues en su grillo y tu cuello en su yugo. Encorva tu espalda y cárgala,  no te reveles contra sus amarras. Acércate a ella con toda tu alma y guarda sus caminos con todas tus fuerzas. Sigue sus huellas, búscala y se te hará presente, y cundo la tengas, no la dejes ir.
Porque al fin encontrarás en ella tu descanso y se volverá alegría para ti. Sus grillos entonces te protegerán y su yugo pasará a ser un adorno precioso. Pues ella viste adornos de oro y sus amarras son cintas preciosas. Te vestirá con ella como si fuera un vestido de gloria, y te la ceñirás como una corona de jubilo.

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