miércoles, 2 de diciembre de 2015

Mateo 15; 29 – 37

De allí JESUS volvió a la orilla del mar de Galilea y, subiendo al cerro, se sentó en un lugar. Un gentío muy numeroso se acercó a El trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos, y personas con muchas otras enfermedades. Los colocaron a los pies de JESUS y el los sanó. La gente quedo maravillada al ver que los mudos hablaban, y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos,  y los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al DIOS de Israel.
JESUS, llamó a sus Discípulos y les dijo: “Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen por el camino.” Sus Discípulos le respondieron: Estamos en un desierto, ¿Dónde vamos a encontrar suficiente pan para alimentar a tanta gente? JESUS les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?” Respondieron: Siete y algunos pescaditos.
Entonces JESUS mando a la gente a que se sentara en el suelo. Tomó luego los siete panes y los pescaditos, dio gracias y los partió, iba entregándolos a los Discípulos, y estos lo repartían a la gente. Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los restos que sobraron.
Palabra del Señor.

Comentario

Jesús responde a las esperanzas de un pueblo dolido y hambriento. Pero esta respuesta  no está solamente en los milagros de la salud o la multiplicación de los panes para que todos coman. La respuesta de Jesús está también cuando se conmueve de amor y ternura ante el dolor. De allí es desde donde derivan sus actos en favor de la gente.

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