jueves, 14 de enero de 2021


 

Marcos 1; 40 – 45

Se le acercó a JESÚS un leproso para suplicarle de rodillas: Si tú quieres, puedes sanarme. JESÚS se compadeció de él, extendió la mano, lo toco y le dijo: “¡Si quiero, sana!” inmediatamente se le quito la lepra y quedo limpio.

Al despedirlo, JESÚS, le mando con severidad: “No se lo cuentes a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mando Moisés” pero el hombre igual comenzó a divulgar todo lo hecho, a causa de esto, JESÚS ya no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba afuera, en lugares solitarios, a donde acudían a ÉL de todas partes.

PALABRA DEL SEÑOR.- GLORIA A TÍ, SEÑOR, JESÚS.

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