martes, 29 de mayo de 2012


Jeremías 31
Escucho, escucho quejarse a (Di tu nombre); “!Me has pegado, he dejado que me castigaras, como un novillo no domado, ayúdame a volver y volveré, ya que tu eres DIOS¡  Ahora me arrepiento de haberme desviado, me doy cuenta y me golpeo el pecho.
Estoy avergonzado y confundido, pues pesa sobre mi, mi infame juventud”
¿No es (Di tu nombre) un hijo predilecto, o un niño mimado, para que después de cada amenaza deba siempre pensar en él, y por él se conmueven mis entrañas y se desborde mi ternura?

No hay comentarios:

Publicar un comentario