martes, 23 de julio de 2013

Los falsos maestros (Timoteo 1)

Los falsos maestros (Timoteo 1)


Al partir a Macedonia te rogué que te detuvieras en Efeso; debías advertir a algunos que no cambiaran de doctrina ni se metieran en leyendas y recuentos interminables de ángeles. Esas cosas alimentan discusiones, pero no sirven para la obra de DIOS, que es cuestión de fe.
El fin de nuestra predicación es al amor que procede de una mente limpia, de una conciencia recta y de una fe sincera. Por haberse apartado de esta línea algunos se han enredado en palabrerías inútiles. Pretenden ser maestros de la ley, cuando en realidad no entienden lo que dicen ni de lo que hablan con tanta seguridad.


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