lunes, 22 de diciembre de 2014

Lucas 1; 46 – 55

María dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del SEÑOR, y mi espíritu se alegra en DIOS mi salador, porque se fijo en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamaran feliz.
El poderoso ha hecho grandes cosas por mi: ¡Santo es su nombre!  Muestras su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder; deshizo a los soberbios y sus planes. Derribo a los poderosos de sus tronos y exalto a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido  a nuestros padres.
Palabra del Señor.

Comentario

“El Magníficat es espejo del alma de María. En ese poema logra su culminación la espiritualidad de los pobres de Yavé y el profetismo de la Antigua Alianza. Es el cántico que anuncia el nuevo Evangelio de Cristo; es el preludio del sermón de la montaña. En el Magníficat, María se manifiesta como modelo de los que no aceptan pasivamente las circunstancias adversas de la vida personal y social, ni son víctimas de ‘alienación’ como hoy se dice, sino que proclaman con Ella que Dios ‘ensalza a los humildes’ y, si es el caso, ‘derriba a los potentados de sus tronos’” (Conferencia Episcopal Latinoamericana, Documento de Puebla, Nº 297).


No hay comentarios:

Publicar un comentario