martes, 15 de agosto de 2017

 Apoc 11, 19; 12, 1-6. 10ab

Lectura del libro del Apocalipsis.
Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza. Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio. Y escuché una voz potente que resonó en el cielo: “Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías”.
Palabra de Dios.

Comentario


“Con este sol, que es suyo, Dios envuelve y reviste a la mujer. Querida por él, llena de sus mejores regalos, una mujer-pueblo siente de este modo que puede realizar la alianza en toda su plenitud; la luna, que tiene la función –según la mentalidad del Antiguo Testamento– de regular el transcurrir del tiempo, está bajo los pies de la mujer, que la domina por completo, por encima de las vicisitudes y de las fases del tiempo. La mujer tiene ya su eternidad". (U. Vanni, Apocalipsis, Ed. Verbo Divino).

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