martes, 1 de agosto de 2017

Evangelio     Mt 13, 36-43

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”. Él les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!”.
Palabra del Señor.

Comentario


Podemos detenernos por un momento en el gesto o la decisión de Jesús de sentir la necesidad de “dejar a la gente” para irse “a casa”. Por supuesto que no es abandono, sino la búsqueda de la casa como lugar de descanso, encuentro, conversación y diálogo. Jesús busca aquello que es propio del ser humano, y nos enseña a vivir nuestra propia humanidad. ¿Cuántas veces consideramos privilegiar estar en casa por encima de otras tantas actividades que nos sacan tiempo para estar con nuestras familias o en un descanso necesario?

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