martes, 29 de agosto de 2017

Evangelio     Mc 6, 17-29

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Herodes había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija, de Herodías, salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: “Pídeme lo que quieras y te lo daré”. Y le aseguró bajo juramento: “Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntar a su madre: “¿Qué debo pedirle?”. “La cabeza de Juan el Bautista”, respondió ésta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: “Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y ésta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.

Comentario


John Meier escribe en su obra “Un judío marginal”: “El profeta ascético cuya influencia determinó decisivamente el curso del ministerio público de Jesús, el profeta escatológico del que Jesús aceptó el anuncio relativo al inminente final de la historia de Israel, el profeta carismático administrador de un bautismo definitivo que Jesús recibió de sus manos, el predicador de una llamada al arrepentimiento renovada y extendida por Jesús a todo Israel, ese profeta llamado Juan encontró una muerte violenta a manos del dirigente que gobernaba Galilea”. En cada etapa de la historia estamos llamados a vivir esta fidelidad profética de Juan, que fue coherente con su misión hasta el fin de su vida.

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