jueves, 20 de septiembre de 2018

  1Cor 15, 1-11


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Cefas y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. Porque yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol, ya que he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue estéril en mí, sino que yo he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. En resumen, tanto ellos como yo, predicamos lo mismo, y esto es lo que ustedes han creído.
Palabra de Dios.

Comentario


Pablo basa su ministerio en su encuentro personal con Jesús resucitado y aquello que ha recibido por tradición. Toda su vida se centrará en lo recibido y lo dado, porque él se siente parte de una tradición y una historia que no ha comenzado en él, ni lo tiene como destinatario. Lo importante siempre será Cristo, muerto y resucitado, verdad recibida y predicada.

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