domingo, 4 de agosto de 2019

Evangelio      Lc 12, 13-21


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Uno de la multitud dijo al Señor: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”. Después les dijo: “Cuídense de toda avari­cia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cu­yas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mis­mo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’. Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, cons­truiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios”.
Palabra del Señor.

Comentario

Entre los oyentes de Jesús, los de aquella época y los de hoy, no hay muchos ricos acumuladores que dispongan de graneros y rentas como para banquetear el resto de sus vidas. Sin embargo, a todos sirve de advertencia esta parábola. ¿En qué sentido queremos enriquecernos? ¿Hacia dónde queremos orientar nuestra vida? ¿Dónde ponemos nuestros esfuerzos? Que en medio de las ocupaciones de la vida, nuestro corazón no se empobrezca ante los ojos de Dios

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