viernes, 1 de noviembre de 2013

Evangelio de nuestro SEÑOR JESUCRISTO

Evangelio de nuestro SEÑOR JESUCRISTO según Mateo (Mateo 4 25 y 5 12)

Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”.
Palabra del Señor.

Comentario
El mundo puede ver como debilidades las condiciones que nos presentan las bienaventuranzas: ser manso, llorar con los que sufren, no tomar venganza, apostar a la paz… Pero en estas está la fortaleza del Espíritu Santo. Solamente sostenidos por él podremos vivir esa santidad que es transformadora del mundo, porque por ella nos animamos valientemente a emprender un camino diferente.

 

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